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Estrés, psicopatía y maltrato animal

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Foto cortesia de : Ashley Baxter

El maltrato animal es una conducta patológica humana que consiste en provocar dolor innecesario o estrés a un animal. El grado de maltrato puede ser  leve  (carencia de cuidados básicos del animal, tenerlo todo el día atado, no alimentarlo adecuadamente, etc.)  hasta grave (tortura y asesinato con ensañamiento).

Las personas que maltratan animales tienen graves problemas mentales y ven a sus víctimas como presas fáciles. Cuando cometen actos crueles contra los animales, durante un rato se sienten superiores, ya que estos en la gran mayoría de los casos, no pueden defenderse.

Los actos de crueldad contra los animales esconden siempre enfermedades de tipo psicopático y suelen estar directamente relacionados con otros comportamientos dañinos como la piromanía y comportamientos crueles con las personas de su entorno. No es extraño que los psicópatas hayan maltratado animales cuando eran niños o hayan sido testigos  de conductas similares en su ambiente familiar.

Numerosas víctimas de violencia familiar manifiestan haber vivido en un ambiente donde era normal maltratar a los animales. Estos datos nos arrojan algo de luz en la prevención de futuras conductas antisociales y de violencia.

Aunque no existiesen numerosos estudios que lo avalaran, es lógico pensar que una conducta de maltrato hacia cualquier animal, puede derivar posteriormente hacia el maltrato físico o psicológico de las personas que comparten la vida del maltratador.

Por tanto, no es correcto pensar que “sólo tendrá este comportamiento con animales”, porque si el maltratador siempre se sale con la suya, con el tiempo, viendo que sus actos permanecen sin castigar, pasará a buscar víctimas humanas, comportándose como si fuese un adicto a cualquier sustancia (alcohol, drogas, etc.).

Las personas que comparten su vida con alguien que hace daño de cualquier forma a los animales, deben ser conscientes de que algún día pueden convertirse ellos mismos en sus víctimas. Por todo ello, es conveniente que tratemos de explicar a las personas que cometen estos actos de barbarie, de que tienen un problema grave que requiere tratamiento psiquiátrico o psicológico.

Según el Dr. Robert Hare, profesor de la Universidad de Columbia Británica en Canadá, las características típicas de los psicópatas se definen de la siguiente manera: inexistencia de emociones, carencia de empatía para ponerse en el lugar de la otra persona o animal para poder imaginar siquiera su sufrimiento.

Según Hare, el psicópata desea entrar en el cerebro de sus víctimas para llegar a comprender cómo se sienten, aunque desposeen al otro ser de sus atributos, para valorarlos únicamente como objetos.

El psiquiatra norteamericano Hervey M. Cleckley, uno de los investigadores pioneros sobre la psicopatía, ya publicó en el año 1941 en su libro “La máscara de la cordura”, cuatro subtipos de psicópatas:

Los psicópatas primarios: estos no responden al castigo ni a la desaprobación de la sociedad. Son incapaces de experimentar ningún tipo de emoción genuina.

Los psicópatas secundarios: son individuos arriesgados y más proclives a reaccionar frente a situaciones de estrés, son guerreros y propensos a sentir culpabilidad por sus acciones.  Se exponen más al estrés, aunque son tan vulnerables como las personas normales.

El estrés causa graves disfunciones cerebrales, afectando a la claridad mental y capacidad de juicio, esto incluye la incapacidad de evaluar nuestra situación y actos de una manera realista y objetiva. Muchas personas no son conscientes de que están estresadas. Investigaciones científicas han demostrado que el estrés posee efectos profundos y negativos en el funcionamiento del cerebro. Esta influencia ha sido subestimada con anterioridad.

El estrés es la respuesta automática que moviliza las defensas cuando una persona se siente amenazada bien por motivos externos, o debido a que padecen un estado de ansiedad de manera subconsciente o consciente.

Recientes investigaciones indican que los trastornos por ansiedad están más extendidos en nuestra sociedad de lo que se pensaba y la mayoría de las personas ignoran por completo que tienen este problema, aunque les influye psicológicamente de manera considerable, causando estrés crónico que posteriormente puede llevar a padecer de hipertensión, y enfermedades cardiovasculares.

Según este estudio, estas personas pueden sentirse “perfectamente sanas”, a pesar de que tras realizarse pruebas en la sangre, se demuestra que padecen ansiedad o estrés.

El estrés es el mecanismo que activa un comportamiento de supervivencia en el cerebro, que sirve para sobrevivir a peligros repentinos. El cortex prefrontal del cerebro, responsable del comportamiento inteligente y analítico se desactiva, si por ejemplo, somos atacados por un animal peligroso, ya que no tendríamos tiempo de analizar el tipo de respuesta/defensa que deberíamos tener en los casos de peligros repentinos. En esas situaciones, los centros de “comportamiento de supervivencia” se activan de manera inmediata para provocar una respuesta rápida e instintiva.

Por tanto, no nos engañemos: si tenemos un «amigo o conocido» que muestra un comportamiento irracional, cruel e inhumano contra los animales, tiene un problema grave de conducta provocado por estrés o disfunciones psicológicas. Y este problema lo trasladará tarde o temprano a su ámbito familiar o su entorno de amistades.

De manera que reírse de los «actos de crueldad» que manifiesta una persona en un momento determinado, o restarles importancia, con el tiempo nos condicionará a sufrir este tipo de vejaciones por parte de nuestro «amigo» o conocido. El sentido común nos dicta que una conducta de este tipo, aunque sólo se realice contra animales, puede volverse más tarde contra nosotros.

Pues quien es cruel con un animal, lo está siendo también contra las personas, precisamente porque no tiene escrúpulos de ninguna clase, y esta clase de personas NO TIENE AMIGOS. Pensar que por tratarse de nuestro «amigo», se pueden tolerar sus actos de crueldad o abuso contra los animales es un grave error de juicio que a corto o largo plaza acaba por perjudicarnos, y por ende,  a la sociedad entera.

Es nuestro deber, como miembros activos de la sociedad en la que vivimos, no sólo denunciar al responsable de actos criminales contra los animales, sino también en la medida de nuestras posibilidades explicarle a la persona que los comete, que tiene un problema grave y debe someterse a un análisis psicológico para evaluar las posibilidades de tratamiento y curación de su problema.

Recuerda: LA INDIFERENCIA TAMBIÉN MATA. ¡¡DENUNCIA!!

Manual para denunciar el maltrato animal: PINCHA AQUÍ.

Fuentes: Stress, Mind and Leadership, Investigation Discovery, La Verdad de Carris

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Amante de los animales, la naturaleza, y la fotografía. Redacto artículos para mi blog canino, tratando de seleccionar temática que le sea de utilidad al lector, especialmente sobre enfermedades, razas, cuidados y los últimos avances científicos para conocer y cuidar de nuestros fieles compañeros.